A la sombra de un árbol
Vengo cada noche, no lo puedo evitar, al cerrar los ojos y sumirme en el reposo habitual de cada día, mi alma cabila en la inmensidad de este jardín. Aquí se respira paz, las saetas del cazador no me pueden alcanzar. Hay noches en que mis paseos habituales por los pasillos de mi biblioteca y la sustanciosa conversación con el guardián del jardín los cambio por un paseo sobre llanuras verdes, ríos de limpias aguas, sin otro afán más que el de despejar mi mente de todo lo que es mundano, porque ciertamente, el mundo pesa. Hoy estoy más relajada, y ya comienzo a divisar la entrada al jardín: mi biblioteca . La puerta es lo bastante gruesa como para indicarle al visitante, las dimensiones del contenido de la misma; es una puerta en madera de cedro y roble con acabados rústicos, es sencilla, sin adornos ni inscripciones misteriosas. La puerta es sobria, pero muy bonita y siempre está abierta. Al entrar se pierde la cuenta del tiempo, a veces me parece que paso muchas horas ent...